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Mucha más gente de lo que solemos pensar acude a los conciertos de música clásica “para relajarse”. Increíble pero cierto. Y al mismo tiempo todos nosotros (aquí sí me incluyo) queremos que un concierto en vivo sea una experiencia, algo excepcional destinado a impactar nuestra imaginación y quedarse en nuestra memoria.

Sandra y Jeroen van Veen parecen haber encontrado la forma de dar un paso al frente en esta dirección. En sus “Lig Concerts”, los espectadores se ubican en el suelo, estirados sobre cómodas colchonetas. Parece una ocurrencia, pero no olvidemos hasta qué punto la posición del cuerpo condiciona nuestra relación con los fenómenos (sonoros y no sólo). Y no hace falta haberse leído a Foucault o a Françoise Escal para observar hasta qué punto la constreñida y estandarizada actitud corporal impuesta por el ritual del concierto clásico tiene mucho que ver con las ideas que han acompañado esa música a lo largo del último siglo.

LigConcert

Que ese dogma esté hoy en crisis y que muchos músicos y melómanos estemos abiertos más que nunca a nuevas propuestas es un hecho. Que éste de Sandra y Jeroen van Veen sea un camino de futuro, ya no lo tengo tan claro, por mucho que no sea una iniciativa aislada (en otros países se han realizado puntualmente performances parecidas). Lo que sí me parece coherente es el repertorio que estos músicos holandeses eligen, porque en esa posición no puedes escuchar tan fácilmente cualquier cosa. El tono muscular se relaja, el ritmo de las pulsaciones suele bajar, la escucha se vuelve aún menos física de lo que suele ser en un concierto clásico (que ya es mucho decir).

Los van Veen suelen tocar en estos conciertos una sola obra, el Canto ostinato compuesto en 1976 por su compatriota Simeon ten Holt. 75 minutos de minimalismo soft que enlaza de forma muy oportuna con el relax global al que este formato parece apuntar. Lo que cabe preguntarse es es si todo el mundo llega despierto al final del concierto, porque 75 minutos de música así, escuchada en esa posición, no son fáciles de aguantar. De aguantar despiertos, por lo menos.

Escrito por Luca Chiantore (copyleft febrero 2015)