Una plataforma integrada por personalidades de gran relieve en la vida musical española ha dado visibilidad esta semana a una serie de propuestas para resolver los grandes problemas que afectan a la educación musical superior en España. Se trata de una iniciativa importante, de la que son portavoces algunos amigos a quienes quiero y otras personalidades que aprecio muchísimo. 

ConservatoriogranadaEl contenido de los documentos que han circulado me deja, no obstante, con muchas dudas, en gran medida las mismas que ya me llevaron en 2012 a manifestar y argumentar mi posición al respecto en la conferencia inaugural del Congreso de Educación e Investigación Musical CEIMUS II. Elegí entonces aquel marco porque, además de ofrecerme la ocasión de compartir mis ideas con una comunidad especialmente numerosa y adecuada para ello, me permitía también disponer de tiempo y espacio para ofrecer la perspectiva histórica que sustenta mis principales reservas. Tuve entonces la sensación de que, con contadas excepciones, no se estaba entendiendo el fondo de lo que estaba comentando. Y la posterior publicación de las actas (diponibles online por el precio simbólico de 1€aquì) confirmó esa impresión: no hubo ninguna discusión en torno a los problemas que planteaba.

No estoy seguro de que ahora sí existan las condiciones para retomar aquellos temas, pero, ante la duda, vuelvo al ataque… Lo hago porque la propuesta que se acaba de presentar me parece necesaria y se merece todo mi aprecio, y también porque, desde aquel ya lejano 2012, han cambiado varias cosas. Entonces existía un excendido debate acerca de si los conservatorios tenían que entrar en la universidad, en la que estuvo en primera fila el querido José Luis Miralles. No se llegó, sin embargo, a involucrar a las principales instituciones del país. Ahora se aboga claramente por un modelo propio, paralelo al de la universidad, y la visibilidad de muchas personas implicadas augura que no se quede en una declaración de intenciones. No es improbable que se apruebe en las Cortes, en un futuro no muy lejano, una ley integral de la música en la línea de la que aquí se propone.

conservatorio1Además, en estos últimos años se ha debatido mucho en torno al concepto de investigación artística y yo mismo he ido ampliando mi posición al respecto, sobre todo gracias a la experiencia en el Doctorado en Música de la Universidad de Aveiro y siguiendo el proyecto editorial que con más claridad ha contribuido a ello en el mundo de habla hispana, el libro de Rubén López-Cano y Úrsula San Cristóbal Investigación artística en música: problemas, experiencias y propuestas (2014, de descarga gratuita en internet) que tuve el privilegio de prologar.

La propuesta que se acaba de hacer pública parte de un diagnóstico muy certero de algunos de los males de la enseñanza musical superior en España, y es indudable que haya que buscar, como afirma explícitamente en el primero de los documentos que se han dado a conocer, un modelo de futuro (http://easmusica.es/wp-content/uploads/2015/06/ESM_Necesidad_modelo_de_futuro.pdf). Y en las propuestas de futuro que se han detallado en otro documento (http://easmusica.es/wp-content/uploads/2015/06/ESM_Propuestas-Futuro.pdf) hay propuestas necesarias y argumentadas. No obstante, desde mi punto de vista, quedan por debatir todavía muy profundamente algunos puntos decisivos. Y no estoy hablando de aspectos especialmente «filosóficos», ni tampoco de los varios detalles (especialmente en referencia a la situación de otros países) que podrían corregirse, o de los muchos aspectos administrativos que, entiendo, habría que ajustar en un segundo momento, sino de temas centrales en todo este debate. Elijo únicamente cinco de ellos, por otra parte muy ligados entre sí: 

  • En los documentos escritos así como en el cuidado video que se ha presentado para la ocasión, se habla constantemente de investigación. Me parece sin duda un acierto. Pero no puedo evitar de preguntarme: ¿Qué se entiende, en este caso, por «investigación»? Porque la interpretación en sí misma NO ES investigación. Y la investigación propedéutica a la interpretación (ya sea musicológica, pedagógica u de otro tipo) parece adecuarse antes a las facultades universitarias que a los espacios centrados en los estudios de música, cuyas especificidades aquí se reivindican, y con razón. Y suponer que la práctica de la interpretación o de la composición en sí mismas fueran equivalentes a lo que en la universidad es la investigación es algo que no se sostiene. La música tiene que trazar caminos propios para la inverstigación. Si no, cualquier comparación con la universidad no tendrá fundamento.
  • Ligado a lo anterior, me parece indispensable que una nueva ley orgánica como la que aquí se plantea incorporare el concepto de «investigación artística», que como tal no he visto citado en ningún momento. Existen discusiones muy encendidas en torno a lo que es y lo que no es, lo que debería y lo que no debería entenderse por «investigación artística»; yo mismo tengo al respecto ideas que otros pueden no compartir, pero este debate ya no tiene que ver con lo que con razón podamos reclamar a los políticos: es un debate que tiene que surgir de dentro. Y mi experiencia al respecto, con los músicos de conservatorio, me dice que cuesta muchísimo que se entienda siguiera la idea de lo que puede ser «investigación artística». Expliqué en 2012 que existen razones históricas para esta dificultad crónica, por lo menos entre los intérprete (el caso de la composición es bstante distinto), pero todos mis intentos de que se entablara un debate en torno a esta cuestión histórica en mi opinión apasionante han caído hasta el momneto en saco roto. A pesar de que esta perspectiva me parece indispensable para insertar las enseñanzas artísticas en la lógica que vertebra el EEES.
  • En los documentos que se han hecho públicos, el foco de observación son los conservatorios que no han roto, administrativamente, con la tradición de las enseñanzas que dependieron en su día del Ministerio de Educación. Hay alguna fugaz mención a los centros que ya han dado (mejor o peor) pasos en una línea alternativa (Esmuc, Musikene), pero poco más. Creo, en este sentido, que esas experiencias deberían ser tenidas muy en cuenta, para aprender de ellas lo bueno y lo malo, e intentando sobre todo no repetir los errores que se hayan podido cometer.
  • Relacionado con esto último, no puedo evitar pregunarmte cuál sería el regimen laboral del nuevo cuerpo de profesores de conservatorios superiores. ¿Seguirían dependiendo de las diferentes Comunidades Autónoma, como funcionarios de cada una de ellas? ¿No sería el caso de promover (pero de verdad, como en la Esmuc se prometió en un principio hacer y luego no se hizo) un sistema de evaluación claro y explícito desde el principio, que ponga en duda una plaza cuando no hay continuidad de producción (artística, didáctica, musicológica… de algún tipo)? Algo tan sencillo como tener que ofrecer un recital cada dos o tres años delante de colegas y alumnos ya sería un trámite interesante (y que su no realización suponga automáticamente la pérdida del puesto). O la presentación de un artículo anual o un libro cada 5 años para los «teóricos», etc. Creo que el sistema se juega en ese punto gran parte de su futuro artístico.
  • Finalmente, y entendiendo perfectamente que es un tema delicado, ¿no sería necesario también fijar unos límites en los centros que imparten títulos superiores? Los públicos, por lo menos. Entre los privados, por lo que se está viendo, ya hay una «selección natural» que está acabando rápidamente con muchas aventuras peregrinas, dejando en pie unas pocas, las más sostenibles. Y, de todos modos, no están pagados con dinero público, de modo que representan una iniciativa paralela que aquí no es el centro de la discusión. ¿De verdad hacen falta 28 conservatorios superiores públicos en España? Hay futuro laboral para tantos alumnos? ¿Es económicamente sostenible? Y, sobre todo, ¿es socialmente justificable? Yo creo que no. No digo que sean dos, como en Francia, pero 28 me parecen demasiados. Y si se consigue, como espero, promover una selección del peofesorado de otro tipo, lo veo además una necesidad logística, porque no sé si hay bastantes músicos que tengan (y estén interesados en seguir teniendo) la carrera artística y/o investigadora que aquí se desea. Una observación fugaz, pero esperanzadora, que he leído en un de los documentos hacía mención a la posibilidad de orientar la oferta de cada conservatorio en busca de perfiles específicos, algo actualmente prácticamente irrealizable. Este me parece un excelente camino. Permitiría optimizar equipamientos y crear sinergias muy estimulantes. Ojalá se pueda ir en esa dirección.


Cinco puntos para el debate y mucha curiosidad por ver a dónde conduce todo esto. Hay mucho que cambiar y mucho que construir entre todos. y por ello me alegro de que existan personas que están dedicando tanto tiempo y esfuerzo a este proyecto. El sistema público necesita una educación musical superior de otro tipo, es indudable. Como se dice con razón al final del documento, «la cultura musical de todo un país, además de su calidad ética, humana y artística depende de ello». No podría estar más de acuerdo.

Luca Chiantore, junio de 2015